martes, 18 de agosto de 2015



EL  CC LA PURISIMA EN LA PERICO DELGADO 
Por Vicente Alpañez

 Desde que a finales de Junio decidimos acudir a  esta marcha hemos tenido que salir a entrenar “cayera lo que cayera”, y durante el mes de Julio ha sido mucho, pero mucho mucho el calor que hemos tenido que soportar para acudir a la cita en condiciones dignas.

El cuarteto compuesto por Pedro Fructuoso,  Dorin,  Miguel Angel  y Vicente hemos salido el viernes 14 después de una ligera comida en horario europeo y antes de las tres de la tarde ya estábamos rumbo a Segovia. Charla animada durante todo el trayecto, aire acondicionado a tope desde la salida en Murcia y una vez pasado Madrid vamos bajando progresivamente la potencia hasta que terminamos por quitarlo. Hacía frío, al llegar al destino Segovia nos recibe con unos, para nosotros, insólitos 18 grados, justo la mitad de los que había al salir de Murcia, y la previsión para el día siguiente era más de lo mismo.

Recogemos los dorsales y la bolsa del corredor (pobre, muy pobre) que sólo contiene dos barritas, un vale para la comida después de la marcha y alguna publicidad, mucha bolsa para tan poco contenido, y nos dirigimos a nuestro alojamiento cortesía de Pedro Fructuoso, donde dejamos el equipaje y salimos a dar un ligero paseo,  cenamos y nos retiramos a nuestros cuarteles a velar armas para el día siguiente.

A las seis de la mañana ha sonado el toque de diana para poder desayunar sin prisa y  retornar al piso para aligerar el estomago antes de dirigirnos a la salida. Encontrar un sitio para desayunar ha sido más difícil que terminar la marcha, menos mal que hemos cogido tiempo, porque el atasco que había en el piso para entrar al aseo era de órdago. En esta vivienda la contaminación por gas tóxico después de nuestra estancia ha alcanzado niveles verdaderamente peligrosos.

En la línea de salida nos hemos encontrado con Paulo como atestigua la foto que acompaña estas líneas y con ligero retraso nos ponemos en marcha, los primeros 11 km. teóricamente neutralizados pero desde que hemos pasado por el arco de salida el ritmo ha sido alto, muy alto, el pelotón muy estirado por el efecto embudo que era la plaza del Acueducto embocando en una estrecha calle donde estaba la línea de salida. Pedro nos deja ir porque el tramo cronometrado que figura en los diplomas comienza en La Granja y Paulo dice que “ya volverán” cuando empiecen a pagarlo en los dos primeros puertos. No lo hemos vuelto a ver hasta la llegada.


En la subida a Navacerrada de 11,4 Km. de longitud y el puerto más duro de los cuatro, se ha marchado Dorín, por la cima he pasado en segunda posición de nuestro pique particular, Miguel Angel me alcanza recién coronada la cima y Pedro a su bola. La bajada es muy rápida y enlazamos sin solución de continuidad con el siguiente puerto, La Morcuera, de 13,4 Km. Este puerto es más largo y menos duro por esta vertiente que por la contraria y por la cima, en la que hay una toma de tiempo intermedio, pasa Dorin, Miguel Angel a cuatro minutos, yo a cinco  y Pedro a nueve.

Otra bajada rapidísima y la tercera subida de la jornada y la más fácil de las cuatro si no tenemos en cuenta que al llegar a Miraflores hay un giro a la izquierda dentro del mismo pueblo donde se encuentra la rampa más dura, a la que se llega a plato y donde es fácil poner pie a tierra porque se sale la cadena al intentar cambiar plato y coronas todo a la vez y a toda velocidad. Al descenso le sigue un falso llano de diez kilómetros hasta la localidad de Lozoya donde comienza la última dificultad de la marcha, el puerto de Navafria de 11,6 km. de longitud y la más bonita de las cuatro. Si ya la subida a Canencia transcurre entre robles y pinos, aquí la carretera atraviesa un inmenso pinar que conforma un paisaje grandioso, un auténtico regalo a la vista.

Desde esta cima hasta la meta, 48 km. rapidísimos que se acaban casi sin darnos cuenta. Dorin 5:40:13, Vicente 5:47:03, Pedro 5:50:44 y Miguel Angel 5:51:02.

Acabado el esfuerzo la comida ofrecida por la organización nos ha parecido bastante rácana, un triste bocadillo, de postre melón o arroz con leche a elegir y bebida; es verdad que se puede repetir, pero no parece que la comida haya estado al nivel de la marcha.

Por la noche hemos vengado convenientemente la comida del mediodía y nos hemos dado un homenaje en casa Duque con un variado menú compuesto por todos los platos típicos incluido el cochinillo.

Y el domingo de vuelta, sin prisa pero sin pausa, sin toque de diana, holgazaneando en la cama hasta doler el cuerpo, desayuno a los pies del acueducto y regreso con la melancolía de un fin de semana que se termina, pero esto es un punto y seguido, no un punto y final.

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